En todas las civilizaciones, numerosas estatuas y pinturas evocan la vida de grandes hombres, especialemente reyes y emprendedores. En esos casos, el are sirve para subrayar la importancia de estos personajes y la grandeza del Estado. Estas obras impresionan a todos los que pueden apreciarlas en los lugares públicos o en los palacios. Cuando la sociedad cambia de mando, erige rápidamente nuevos monumentos: en Europa durante el siglo XIX, muchas estatuas de reyes fueron derribadas para dar paso a otras de escritores,, músicos, artistas o sabios, que por sus obras, habían prestado servicios al país y a la humanidad.
Además, es común que la obras de arte se inspire en un acontecimiento histórico y sugiera una interpretación política.
Jacques-Louis David pintó La coronación de Napoleón y la expresión de complacencia de todos los testigos de la escena cuando, de hecho, la coronación refuerza la dictadura Napoleónica. En la balsa de la Medusa, Théodore Géricault relata un naufragio; pero también denuncia la incompetencia de un capitán que recibe el mando del barco exclusivamente por ser monárquico. En Guernica, Pablo Picasso cuenta el horror de los bombardeos a poblaciones civiles durante la Guerra Civil española, en 1937. Al mismo tiempo, presenta una crítica violenta a la Alemania nazi que proporcionó las bombas lanzadas por los aviones.
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